Escríbeme

Escríbeme.

La comunicación siempre va en dos sentidos... Déjame tus cometarios, si lo entiendes oportuno, cuando leas alguna entrada.

Gracias por leerme.

viernes, 15 de marzo de 2019


RECUERDOS

Pequeños recuerdos se agolpan en mi memoria, tengo ante mí un papel en blanco y un bolígrafo, me apetece escribir, pero son tantas las cosas que se me ocurren…., cierro los ojos y lo primero que escucho es el sonido de una pequeña puerta de un armario, el tintineo de una copa y la voz de mi madre, en ese momento, algo me impulsa a escribir, cojo mi bolígrafo, miro el papel y “veo” aquella escena a todo color.
 Apenas falta media hora para amanecer, la siega no espera, ni tampoco el calor del mes de julio, es por eso que mi padre se levanta tan pronto, hay que empezar la faena antes del amanecer, el roció ayuda a que las espigas permanezcan cerradas, porque luego el calor abrasa al segador y hace que el trigo se desgrane al sentir el movimiento de la hoz.
 Hay que desayunar, abre la puerta del pequeño armario, saca un pequeño vaso, vierte en el mistela hasta algo más de la mitad, coge unas galletas, y con parsimonia va empapándolas y comiendo a la vez que charla con mi madre sobre los planes del día.
Sin más, coge la hoz, la zoqueta, la bota de vino y bien acompañado del perro, se va tras despedirse de mi madre, mientras se va, mi madre sigue con la faena, una faena interminable que durara todo el día y buena parte de la noche.
 Pronto tocaran las campanas para echar las vacas a la vacada y tiene que estar atenta, pues dependiendo del número de toques, el lugar de partida y el de destino varia, estos toques podrían ser entre tres y seis, a continuación era el pastor quien con su cornetín recorría el pueblo, avisando a los vecinos, que debían llevar las ovejas y cabras a la majada, seguidamente eran los corderos de ese año, los que había que llevar con el resto del rebaño. A la vez que todo eso estaba haciendo, ya tenía el fuego hecho en la chimenea, del hillar (llar) pende una caldera con la comida para los chones, a base de patatas y berza, a lo que en el momento de echar en el “cocinu”, ( recipiente hecho generalmente en piedra) comida que  aderezaba con salvados, para reforzar el alimento, el agua por lo general, era el sobrante de lavar la vasa la noche anterior, vasa que se limpiaba sin jabón, todo era aprovechable en tiempos de penuria.
Lo único cierto, es que después de hacer todas las labores domésticas y haber dejado la comida hecha para el medio día, a las diez y media, ya estábamos mi madre y yo en la tierra con las sopas para el almuerzo de mi padre ¡Que mujeres aquellas!, el mundo debiera rendirlas un eterno homenaje, por su sacrificio, por su capacidad de trabajo, por ejercer de madres, de esposas, de ser la fuerza oculta de la sociedad, aunque esa misma sociedad, las tenía ocultas, marginadas y sin derechos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario