Las lápidas olvidadas de Bustillo del Monte
Regreso al lugar del crimen (10)
Dominga y Mari Nieves Fernández fueron abatidas por la Guardia Civil en 1932 cuando trataban de evitar el embargo del ganado en el monte de Santa Juliana
MARIÑA ÁLVAREZValderredibleDomingo, 24 marzo 2019, 18:24
Lápidas en la niebla
Han pasado 87 años y no queda ningún testigo de aquella tragedia que llevó el luto a la pequeña comunidad de Bustillo del Monte, en la que entonces apenas sobrevivían 54 vecinos. Pero hay descendientes empeñados en honrar la memoria de los que sufrieron el embate de aquella cuadrilla de la muerte. Como Ignacio Merino Arroyo, sobrino de uno de los protagonistas de esta historia, que lleva años recopilando documentación sobre estos hechos para que el paso del tiempo no fagocite la verdad de este trágico episodio.En el monte de Santa Juliana, a cuatro kilómetros de las casas subiendo por una pista forestal o por un cortafuegos, dejando atrás un centenario robledal, siguen erigidas las lápidas que los familiares de Dominga y Mari Nieves levantaron a los pocos días en el mismo sitio en el que la Guardia Civil las mató. Ahora están en medio de un tupido bosque de pinos, plantados durante las reforestaciones de los años 50. Entonces aquel lugar era una sierra pelada e inhóspita. Pero hoy, como ayer, la niebla se posa cada tarde en este paraje a 1.200 metros de altitud. Los ciclistas y senderistas que de vez en cuando atraviesan el monte se encuentran de pronto con el monolito de Dominga, más cercano a la pista, una piedra con una estremecedora gran cruz pintada de negro y una placa mandada grabar por su marido, Cosme Bustamante. A cien metros adentrándose en el bosque, se levanta la de Mari Nieves, cincelada por su tío Sixto Herrero: '... que fue muerta por disparos de la Guardia Civil…', desvela la lápida. Mientras leemos palpando las hendiduras, cruza a toda velocidad una piara de jabalíes, pasando por la misma loma desde la que se efectuaron los disparos en 1932. Dicen que en esta sierra hay lobos. Que los ha habido siempre. Que de vez en cuando se registra algún ataque en el ganado local. También cuentan que durante la Guerra Civil el pueblo se llevó las dos lápidas y las escondió. Terminada la contienda, las devolvieron a su lugar como tótems contra el olvido de aquella historia…Así se fraguó la tragedia
...Bustillo del Monte llevaba años (en concreto 9, desde 1922) sin pagar al Ayuntamiento el impuesto al consumo. La negativa a pagar se fraguó por el desacuerdo ante un reparto tributario arbitrario y caciquil, que había aumentado la tasa un 300%, mas del doble que los municipios vecinos, siendo alcalde de Valderredible Nicolás García Bustamante.29 de julio, víspera de los sangrientos sucesos. A las tres de la tarde se presenta en el pueblo el agente ejecutivo Fidel Saiz, junto a un auxiliar y la guardia de Polientes para notificar el embargo del ganado. Pero les fue imposible entregar los recibos. Un vecino no lo recogió «porque no llevo puestos los anteojos», otro salió por la puerta de atrás en cuanto el recaudador fue a su casa, otros más se hicieron los despistados yendo a atender al ganado, o a arar... No era cobardía. Era una estratagema acordada entre todos para rehuir la notificación y también para evitar posibles enfrentamientos de sangre. Pero el gesto exasperó a las autoridades. Al día siguiente, a las seis de la mañana, se presentaron nuevamente los alguaciles en Bustillo, pero esta vez el recaudador Saiz acudió acompañado por un ejército de catorce guardias civiles a las órdenes del teniente Ramírez, un hombre muy bajito -medía 1,59- natural de Burgos. La casa del presidente de la junta vecinal estaba cerrada, así que se dirigieron directamente al monte, donde sabían que estaba el ganado, para ejecutar el embargo. Pero antes de abandonar la aldea, varias vecinas se encararon con la cuadrilla. Una, llamada Julia Fernández, les menciona desafiante los trágicos sucesos de Castilblanco (un año antes una revuelta popular había acabado con la vida de cuatro guardias civiles en Badajoz); a otra valiente, Matilde Gil, los agentes le lanzan literalmente la notificación y ella responde: «usted me da el papel con soberbia, yo lo rompo con humildad». El teniente les advierte que «habrá luto» en Bustillo. Otro agente bromea desde un alto con «abrasar» el pueblo y a sus habitantes.La comitiva subió al monte. Primero cogieron los corderos y luego fueron a por las ovejas y cabras. Se llevaban casi 800 cabezas, valoradas en más de 24.000 pesetas, montante que quintuplicaba la deuda que se pretendía cubrir.Matilde Gil, Matilde Santiago, Paula Gutiérrez, Ignacia Gutiérrez, Dominga Fernández, Nieves Fernández, Felisa Bustamante y Trinidad (esta embarazada e 8 meses) son las ocho mujeres que subieron al monte, acompañadas por el pastor Adolfo Barrio, de 14 años, para impedir que se llevaran el ganadoLAS VALIENTES DE BUSTILLO DEL MONTELos hombres seguían fuera de combate, reunidos en concejo para decidir qué hacer y manteniendo su estrategia de no darse por enterados del embargo. Pero algunas mujeres, en cuanto tuvieron noticia de que se llevaban lo único que tenían, subieron al monte con el pastor Adolfo Barrio, de 14 años, para intentar sacar de allí sus rebaños e impedir que se los llevaran. A dos kilómetros se encuentran con la comitiva. El teniente les exige que se detengan. Ellas ruegan, insisten, prometen pagar. Pero no hay piedad y se da la orden de abrir fuego desde un alto sobre el grupo de mujeres, distante menos de cien metros. La primera ráfaga alcanza a Dominga, que cae muerta en brazos de una hija. «¡Han matado a la Dominga!», gritan las que estaban cerca. Algunas se tiran al suelo, otras echan a correr, entre ellas Mari Nieves, pero la segunda ráfaga le alcanza por la espalda. Sembrada la sierra de sangre, el ejército continúa su camino sin mirar atrás guiando al ganado hacia Polientes.El falso motín
El pueblo aún lloraba los cuerpos sin vida de las vecinas abatidas cuando trascendió una primera y torticera versión de lo ocurrido en Bustillo del Monte. Los mandos implicados en la matanza dijeron que se efectuaron «disparos al aire» para protegerse del pueblo «amotinado, enfurecido, excitadísimo y en actitud rebelde», con mujeres y niños en primera línea enarbolando palos y lanzando piedras mientras los hombres aguardaban emboscados en la retaguardia, «ocultos en la maleza, con hachas y armas», dispuestos a atacar.Esta lectura de los hechos llegó al gobernador civil, en Santander, que defendió la actuación de las fuerzas del orden y así se reflejó en la prensa de la época, dando veracidad a la teoría del motín popular, del «pueblo entero en masa» que salió a agredir a la Guardia Civil, que, en consecuencia, se vio obligada a defenderse con esos supuestos disparos al aire que, desafortunadamente, hicieron blanco.Los vecinos, encabezados por Aurelio Arroyo (el tío de Ignacio Merino) y por el maestro del pueblo, Severiano Olea, se vieron obligados a difundir un manifiesto para aclarar lo sucedido a la opinión pública, defender la acción pacífica de las mujeres y negar el motín. «Pueblo campurriano; pueblo montañés: queremos y pedimos justicia y responsabilidades por este hecho sin precedentes», concluye el comunicado. Consiguieron que, poco a poco, la versión oficial se diluyera y los periódicos volvieran a hablar de lo ocurrido interrogando a los testigos.Los días siguientes Bustillo parecía un pueblo fantasma, solo habitado por mujeres, niños y un puñado de ancianos, con los hombres huidos en el monte por temor de represalias. El pueblo quedó sumido en el «dolor, la rabia y el odio», cuenta Merino, con una sed de venganza planeada por algunos que, «por fortuna, no se materializó».Al principio, se decretó prisión provisional para los dos guardias civiles considerados responsables de lo ocurrido, el teniente Ramírez (que dio la orden de abrir fuego) y el cabo Fernando Marcos Palomero, natural de Hernani (que tiró a matar). Pero el asesinato les salió poco más que gratis, porque el tribunal que los juzgó por un presunto delito de homicidio por imprudencia temeraria los absolvió al considerar que los hechos no podían probarse y que la orden de disparar se realizó «en cumplimiento de su deber». El asunto se saldó con una multa administrativa que, al parecer, nadie abonó.El ganado fue devuelto a Bustillo unos meses después del embargo, pero la mitad había muerto o desaparecido. La deuda del pueblo con Valderredible sí se pagó.
«Las mujeres merecen un reconocimiento»
Ignacio Merino Arroyo lleva años buceando en archivos para rescatar sentencias, declaraciones originales, fotos, boletines oficiales, reseñas en periódicos… Viejos legajos perdidos en la historia que ha querido rescatar para dar a conocer los 'sucesos de Bustillo del Monte'. Parte de este material se puede consultar en el centro cultural 'El Chigri', un bello edificio del siglo XVII que en su día funcionó como escuela, en la que él mismo estuvo escolarizado de niño.Nacido en Bustillo del Monte hace 69 años, Merino emigró al País Vasco, como buena parte de sus vecinos, y ahora que está jubilado ya vive la mayor parte del año en un pueblo que, en invierno, cuenta con una treintena de habitantes pero que presume de ser el más festivo de todo el valle en verano. «Mi padre siempre decía que Valderredible era las Hurdes de Cantabria, el olvidado por la administración. Un pueblo de miseria, donde las familias como mucho poseían un par de vacas para trabajar, de tierra arcillosa donde no se daba la agricultura. Mucho trabajo para no hacer nada», cuenta. Su gran ilusión sería promover la 'ruta de Santa Juliana', para dar a conocer la historia de 1932 y homenajear a las víctimas, pero no se ha encontrado demasiado apoyo por parte de las instituciones. En muchos pervive la creencia de que lo ocurrido fue culpa del pueblo, «piensan que las mujeres han sido las responsables de su propia muerte y confunden los hechos, piensan que ocurrieron durante la Guerra Civil, hay bastante desconocimiento», indica, y de ahí su empeño en dignificar la acción de los protagonistas, «sobre todo de las víctimas, a las que se debe hacer el reconocimiento que merecen, y de todas mujeres de Bustillo, por su vida tan dura y sacrificada en favor de toda la comunidad».Los vecinos habían decidido no pagar más que lo justo. En 1931 hubo elecciones y el candidato a regidor prometió condonar la deuda si era elegido. Pero no cumplió la promesa cuando tomó el bastón de mando. Llegaron las presiones de los demás pueblos de Valderredible (son 52). Si Bustillo del Monte no pagaba, el resto tampoco lo haría. La deuda acumulada se elevaba a 14.000 pesetas, y se exigía el pago de la del último año: 1.300 pesetas, que con la multa correspondiente ascendería a 5.000.
Escríbeme
Escríbeme.
La comunicación siempre va en dos sentidos... Déjame tus cometarios, si lo entiendes oportuno, cuando leas alguna entrada.
Gracias por leerme.
La comunicación siempre va en dos sentidos... Déjame tus cometarios, si lo entiendes oportuno, cuando leas alguna entrada.
Gracias por leerme.
viernes, 29 de marzo de 2019
viernes, 15 de marzo de 2019
RECUERDOS
Pequeños recuerdos se agolpan en mi memoria, tengo ante mí un papel en blanco y un bolígrafo, me apetece escribir, pero son tantas las cosas que se me ocurren…., cierro los ojos y lo primero que escucho es el sonido de una pequeña puerta de un armario, el tintineo de una copa y la voz de mi madre, en ese momento, algo me impulsa a escribir, cojo mi bolígrafo, miro el papel y “veo” aquella escena a todo color.
Apenas falta media hora para amanecer, la siega no espera, ni tampoco el calor del mes de julio, es por eso que mi padre se levanta tan pronto, hay que empezar la faena antes del amanecer, el roció ayuda a que las espigas permanezcan cerradas, porque luego el calor abrasa al segador y hace que el trigo se desgrane al sentir el movimiento de la hoz.
Hay que desayunar, abre la puerta del pequeño armario, saca un pequeño vaso, vierte en el mistela hasta algo más de la mitad, coge unas galletas, y con parsimonia va empapándolas y comiendo a la vez que charla con mi madre sobre los planes del día.
Sin más, coge la hoz, la zoqueta, la bota de vino y bien acompañado del perro, se va tras despedirse de mi madre, mientras se va, mi madre sigue con la faena, una faena interminable que durara todo el día y buena parte de la noche.
Pronto tocaran las campanas para echar las vacas a la vacada y tiene que estar atenta, pues dependiendo del número de toques, el lugar de partida y el de destino varia, estos toques podrían ser entre tres y seis, a continuación era el pastor quien con su cornetín recorría el pueblo, avisando a los vecinos, que debían llevar las ovejas y cabras a la majada, seguidamente eran los corderos de ese año, los que había que llevar con el resto del rebaño. A la vez que todo eso estaba haciendo, ya tenía el fuego hecho en la chimenea, del hillar (llar) pende una caldera con la comida para los chones, a base de patatas y berza, a lo que en el momento de echar en el “cocinu”, ( recipiente hecho generalmente en piedra) comida que aderezaba con salvados, para reforzar el alimento, el agua por lo general, era el sobrante de lavar la vasa la noche anterior, vasa que se limpiaba sin jabón, todo era aprovechable en tiempos de penuria.
Lo único cierto, es que después de hacer todas las labores domésticas y haber dejado la comida hecha para el medio día, a las diez y media, ya estábamos mi madre y yo en la tierra con las sopas para el almuerzo de mi padre ¡Que mujeres aquellas!, el mundo debiera rendirlas un eterno homenaje, por su sacrificio, por su capacidad de trabajo, por ejercer de madres, de esposas, de ser la fuerza oculta de la sociedad, aunque esa misma sociedad, las tenía ocultas, marginadas y sin derechos.
APUNTES DE PEQUEÑAS HISTORIAS DE UN GRAN PUEBLO, “BUSTILLO DEL MONTE”
El protagonista es, Ursicinio Gutiérrez Allende (“Turrupi”), jornalero, natural de Bustillo del monte y residente en Matamorosa.
Su historia comienza en el año 1937, coincidiendo con la caída de Santander, entre otras cuadrillas de guerrilleros, se une a la llamada “Guerrilla Azaña”, que llego a la veintena de miembros, capitaneada por Juan Gil del Amo, conocido hombre por ser el hijo del practicante de Los Carabeos, la actividad de esta guerrilla, se centró en la zona sur de Cantabria y norte de Burgos, su base estaba en el entorno de Fombellida o en los montes cercanos y de la zona del puerto del Escudo, sus golpes se dieron entre otros lugares, en Reinosa, Valdeporres, Quintanas de Valdelucio, Renedo, Espinosa de los Monteros, etc.
En 1940, se edita una orden, por la que se manda "aniquilar a los del monte”, a raíz de eso, el número de miembros de la Guardia Civil, se incrementa de manera importante en las provincias del norte de España, pues bien, después de un golpe y en su huida, en el pueblo de Ahedo de las Pueblas, en un enfrentamiento con los uniformados, la guerrilla queda desecha, muriendo unos guerrilleros y siendo detenidos otros, entre los detenidos, están: Juan Antonio Elvira de Hoyos (“el Chivu de Lantueno”), Celestino Albiollet y Gregorio Rodríguez Ramos.
Después de un juicio sumarísimo, son condenados a muerte y ejecutados el 08/07/1941
Su historia comienza en el año 1937, coincidiendo con la caída de Santander, entre otras cuadrillas de guerrilleros, se une a la llamada “Guerrilla Azaña”, que llego a la veintena de miembros, capitaneada por Juan Gil del Amo, conocido hombre por ser el hijo del practicante de Los Carabeos, la actividad de esta guerrilla, se centró en la zona sur de Cantabria y norte de Burgos, su base estaba en el entorno de Fombellida o en los montes cercanos y de la zona del puerto del Escudo, sus golpes se dieron entre otros lugares, en Reinosa, Valdeporres, Quintanas de Valdelucio, Renedo, Espinosa de los Monteros, etc.
En 1940, se edita una orden, por la que se manda "aniquilar a los del monte”, a raíz de eso, el número de miembros de la Guardia Civil, se incrementa de manera importante en las provincias del norte de España, pues bien, después de un golpe y en su huida, en el pueblo de Ahedo de las Pueblas, en un enfrentamiento con los uniformados, la guerrilla queda desecha, muriendo unos guerrilleros y siendo detenidos otros, entre los detenidos, están: Juan Antonio Elvira de Hoyos (“el Chivu de Lantueno”), Celestino Albiollet y Gregorio Rodríguez Ramos.
Después de un juicio sumarísimo, son condenados a muerte y ejecutados el 08/07/1941
Suscribirse a:
Entradas (Atom)